jueves, 18 de febrero de 2010

¡Disfrutad!

Las personas mayores: nuestros padres, familiares, amigos, conocidos y desconocidos siempre nos dicen que somos jóvenes, que tenemos que vivir el momento, que hemos de salir, ver el mundo, reír y disfrutar de cada segundo. Luego vienen las preocupaciones, la vida adulta, miles de problemas, trabajo, dinero, casa, hijos... todo es un caos. Por eso siempre nos dicen que tenemos que disfrutar de nuestra juventud, salir con los amigos, viajar siempre que podamos, gastar el dinero en cosas sólo para nosotros. Me encantan estas personas que nos recuerdan que la vida es efímera y que pronto nos vendrá la vida adulta y ya se acabaron los juegos.

Yo siempre intento vivir la vida al máximo, salir con los amigos, disfrutar con mi pareja, viajar siempre que se puede... Hay miles de cosas que hago y que tengo pendiendes, cosas para vivir la vida y no desperdiciar ni un segundo de ella. Porque soy joven y todavía no tengo responsabilidades. Pero llega un punto en el que pienso: tengo que hacer todo lo que quiera, como y cuando quiera... vivir al máximo: carpe diem. Pero me doy cuenta que soy una persona muy distinta, nada sencilla, nada fácil de interpretar. A veces me cuesta entenderme a mí misma...

No soy una persona carpe diem. Sí que es cierto que vivo lo más feliz posible cada día, cada hora. Que aunque no me guste irme de fiesta, quedo con los amigos y salgo a divertirme de las otras 8000 cosas que hay para hacer. Pero si tengo que seguir el instinto que me marca mi corazón, no haría nada loco ni nada extraordinario. Mi deseo no sería viajar sin parar, tener muchos amigos, conservar el amor, tener todo el dinero del mundo... mi deseo sería ser madre. No sé como explicarlo sin parecer una puta loca. Creo que todos venimos al mundo con un propósito más o menos claro. Algunos lo consiguen y otros no, algunos se dan cuenta que se equivocaban, que ellos no tienen un propósito... pero hay muchos de nosotros que SIENTE que hay algo en la vida que debe hacer. Unos nacen para ser médicos, otros para vivir del cuento, otros para tener miles de amigos, y otros para gobernar un país. Yo he nacido para tener un bebé.

Por eso me como tanto la cabeza cuando los yayetes me dicen ¡Vive la vida! ¡Carpe Diem! Sal, gasta tu dinero en tu diversión, rie sin parar... haz LO QUE QUIERAS, ahora es tu tiempo. Y lo que yo quiero es eso: quiero tener un bebé. Y automáticamente, dejaría de formar parte de la juventud. Automáticamente mi vida se vería anulada por otra... automáticamente dejaría de ser irresponsable, loca... ya no podría hacer todas esas cosas que se pueden hacer cuando eres joven y nada te ata a una casa ni a nadie...

Es una paranoia esto, lo sé. Escribo esto aunque soy consciente que lo he puesto exagerado, que ahora mismo, si lo pienso en frío, no tendría un bebé. Pero es un propósito, un instinto que se queda dentro de mi cuerpo, en lo más hondo, latente. Hay días que sale a cazar, que se mueve por dentro, que me provoca... y hay días que se acuesta, que permanece quieto en algún lugar de mi mente...

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